Nos dejó Graciela Gerola

Nos dejó Graciela Gerola

Por Alejandro Rossi

Falleció en Buenos Aires Graciela Gerola, ingeniera sanitaria de destacadísima trayectoria. Profunda conocedora de los problemas que plantea la gestión ambiental en la Argentina, fue parte de dos de los grandes artefactos institucionales de la gestión ambiental argentina: la CEAMSE y la ACUMAR. A través del primero demostró un profundo conocimiento de la problemática de la gestión de los residuos sólidos urbanos en lo que sigue siendo la única experiencia exitosa de la República Argentina. Convencida de que es necesaria una evolución del viejo sistema, hasta último momento bregó por no echar por la borda todo lo aprendido en más de 30 años de experiencia.-

A través de la ACUMAR --donde tuve el honor de trabajar codo a codo con ella--, en su calidad de representante del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, nos dio a todos una lección de civismo, valores republicanos y pensamiento positivo orientado a la resolución de los graves problemas ambientales que enfrentará por siempre la cuenca Matanza Riachuelo. Sin perder la compostura y en medio de las oleadas políticas supo ser parte de la audaz tripulación que llevó a buen puerto, lo que terminó siendo una experiencia institucional única y exitosa para abordar parte de la problemática metropolitana.-

Pero Graciela fue mucho más que protagonista de un artefacto institucional. Tuvo la responsabilidad de asumir la dirección de la por entonces flamante Agencia de Protección Ambiental. Con su característico dinamismo, le dio a la agencia su rumbo e impulso inicial. Formó e inspiró sus cuerpos profesionales y dejó el campo preparado para el desarrollo de un conjunto de proyectos y concreción de sueños que la mezquindad política se ocupó de acortar. Lograr por entonces que personalidades de la talla profesional y humana de Graciela ocuparan puestos de tanta envergadura política es una triste muestra de lo que en nuestro país no es usual, desaprovechando así oportunidades enormes de ahorrar tiempo y recursos económicos en pos de soluciones probadas y estudiadas por los conocedores de la temática ambiental.-

Como Presidente de la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental (AIDIS), Graciela también supo ganarse el espacio entre sus pares, hombres e ingenieros (lo que no es poco), gracias a su calidad técnica, carisma e idoneidad de gestión, sin perder ninguna de las características que la hicieron ser una persona “instantáneamente” querida entre todos los que la conocimos: leal, frontal, afectuosa, creativa, simpática y empática. Y a cambio, le inyectó a la prestigiosa organización sanitarista una dosis de vitalidad, iniciativa y protagonismo que difícilmente será olvidada por sus directivos y miembros de todas las épocas.-

Y claro, quedan fuera de esta semblanza las mayores virtudes de Graciela como esposa, amiga, madre y abuela, que así y todo siempre resonaron fuera de la caja familiar para llegar a explicar entre compañeros de trabajo, colegas y amigos sus energías inagotables, su fanatismo futbolero, su don de gente y su compasión a prueba de cinismos. Y virtudes o no (yo creo que sí) también muchos de nosotros recordaremos sus permanentes posteos a través de Twitter y facebook, por si algo le faltara para comunicarse y hacernos llegar a la distancia su interés y su afecto por lo que ocurría a su alrededor.-

Como es obvio, Graciela no era abogada, pero su aporte a la gestión ambiental en la República Argentina y, en particular, a su compleja Área Metropolitana bien que ameritan este sentido responso. Nos queda un enorme dinamismo vacante, una inconmensurable tristeza que solamente podremos conjurar trabajando con alegría, como ella sabía hacerlo, y hacer honor a las responsabilidades que trascienden los géneros, las edades y las disciplinas profesionales: se trata de trabajar todos juntos por una misma idea. Tan simple, tan difícil.-